Como su nombre lo indica, las células sanguíneas se encuentra principalmente en la sangre. Estas células cumplen funciones específicas en el organismo; cuando hay una producción insuficiente o excesiva se generan serias enfermedades: aplasia medular, síndrome mielodisplásicos y leucemias.
Células sanguíneas o glóbulo ( célula hematopoyética )
Las células sanguíneas son conocidas también bajo el nombre de célula inmadura o células madre sanguíneas. Sus diferentes nombres hacen referencia a su característica principal: su capacidad de transformación. Este tipo de célula tiene la capacidad de transformarse en cualquiera de las células sanguíneas como: leucocitos, eritrocitos y trombocitos.
Células Sanguíneas. Edición de Atlas Animal. Original por iLexx. Envato.
Historia y descubrimiento de las células sanguíneas
Una brecha de casi 200 años transcurrió desde la primera observación de una célula sanguínea hasta el descubrimiento de todo el grupo. En 1658, Jan Swammerdam, anatomista y zoólogo holandés, fue el primero en observar a través del microscopio una célula sanguínea. Las células observadas por J. Swammerdam fueron eritrocitos (glóbulos rojos).
Luego, en los años 1842 y 1843, fueron descubiertas las otras dos células sanguíneas. Primero fueron descubiertas las plaquetas por Alfred Donné. Posteriormente, Gabriel Andral y William Addison, observaron los leucocitos.
¿Cuáles son las funciones de las células sanguíneas?
Además de las células que contienen material genético (ADN) y las responsables de la síntesis de proteínas (ARN); las células sanguíneas representan un compuesto esencial, para que los procesos regenerativos, respiratorios y curativos puedan lograrse exitosamente. Estas tienen funciones específicas y actúan de forma articulada para proteger al cuerpo de los desechos tóxicos.
Tipos de células sanguíneas
Son tres tipos de células sanguíneas. Cada una de estas células representa un papel fundamental en el organismo. A continuación, te detallamos más al respecto.
Eritrocitos (Glóbulos rojos)
Tienen forma circular y no poseen un núcleo, ni mitocondrias. Son de color rojo, pigmentación que le da la hemoglobina (sustancia responsable de la respiración celular). Duran un corto periodo de tiempo (4 meses), se desecha en el bazo y/o en el hígado; sin embargo, suelen reformarse constantemente.
Los glóbulos rojos se encargan de transportar el oxígeno al cuerpo: inician en los pulmones, absorbiendo el aire que ingresa, re-dirigiéndose al corazón para que lo reenvíe al resto del cuerpo.
Leucocitos (Glóbulos blancos)
Estos se producen en la médula ósea y en el tejido linfático y se localizan en todo el organismo. El nivel de los glóbulos blancos suele indicar la presencia de una enfermedad. Tienen un núcleo, mitocondrias y otros organelos; pueden durar muchos años en el organismo.
Se encargan de defender al cuerpo de la aparición de infecciones que puedan ocurrir en el organismo. Para que la defensa se pueda realizar de forma exitosa, requiere de un nivel elevado de glóbulos blancos; a fin de que este cubra la zona afectada, destruya y procese los microorganismos y los compuestos tóxicos.
Trombocitos ( Plaquetas )
Están compuestas por pequeños fragmentos de citoplasma en forma ovalada. A diferencia de los glóbulos rojos y los glóbulos blancos; estas no tienen un núcleo. Su periodo de vida es bastante corto (entre 8 a 12 días).
Se ocupan de cuidar al organismo de las hemorragias cuando se produce alguna rotura (lesión u herida). Estas localizan la herida de los vasos sanguíneos, se coagulan y logran detener la hemorragia. Su presencia en el organismo es de vital importancia: permite el funcionamiento del sistema cardiovascular. En efecto, ayudan a reparar los tejidos dañados.
Tener niveles elevados de plaquetas puede tener un efecto perjudicial e incluso, traer la muerte. Forma coágulos de sangre que aumenta, (por tomar un caso), la probabilidad de padecer una embolia pulmonar; además, son un indicador clave para detectar el cáncer.